Segovia en un día


Decidimos visitar Segovia para descansar de coche en nuestro viaje a Barcelona. Descansar de coche sí, pero acabamos reventados de andar y empujar los carritos de las niñas.
Salimos de casa aún de noche y metimos a las peques en el coche con el pijama puesto. Ésta es una táctica que utilizamos para los viajes, porque si las vestimos se espabilan, se ponen nerviosas y el viaje se nos hace muuuuy largo. Paramos a desayunar y vestirlas antes de entrar a Madrid y ya de un tirón a Segovia. Subimos por la carretera de la Sierra  de Guadarrama y nos arrepentimos. Es muy bonita pero muchas curvas y al ser domingo muchos ciclistas. Tuvimos que parar apartándonos en la carretera porque las niñas empezaron a ponerse nerviosas y aprovechamos para cambiar el pañal a la pequeña, dentro del coche porque no teníamos sitio para salir.
 Aparcamos el coche en zona azul (gratis) justo debajo del balcón del hostal en el que nos quedamos. Lo reservamos el día de antes y estaba justo al lado del acueducto. Allí también está la oficina de turismo en la que nos hicimos unas fotos con las niñas en un panel de esos que metes la cara.
El acueducto, del siglo II, transportaba el agua a la ciudad desde la sierra a 15 kilómetros. Los arcos que conocemos se construyeron para salvar el desnivel del terreno y que el agua siguiera circulando.


 Decidimos visitar el Alcázar, la catedral y por la tarde ir a la Granja de San Ildefonso.
Así que empujando los carritos comenzamos a subir la calle Real hacia el Alcázar, pasando por la Iglesia de San Martín, tiendas de artesanía y de alimentación típicas de la zona donde puedes comprar los famosos judiones. Llegamos a la catedral pero no pudimos verla por dentro porque teníamos que esperar que acabase la procesión del Corpus y ya nos daban las tantas.

Catedral se Segovia
 Al entrar al recinto del Alcázar  hay un pequeño jardín con unas muy buenas vistas. Me decepcionó un poco la primera impresión del castillo ya que esperaba ver la imagen que todos tenemos de él. Para verlo tienes que ir a un parque que hay en el lado opuesto, pero para ello no puedes ir directamente, tienes que dar la vuelta por medio Segovia.  Las vistas merecen la pena, pero nosotros no pudimos ir por falta de tiempo. Nada más llegar paramos a darle la comida a la peques y luego cogimos una visita guiada por unos 6 euros por persona. 

Alcázar
Nuestros compañeros de visita nos miraban de reojo al vernos tan 'atareados' con las niñas. Pero es lo que hay si quieres hacer cosas con ellas, porque no les gusta nada andar. A la mayor que tenía tres años la entretuvimos diciéndole que el castillo era de una princesa y le encantó ver una cama con dosel. A nosotros nos gustó estar en aquel castillo con tanta historia y dónde se han tomado tantas decisiones importantes sobre España.
Los primeros restos de un asentamiento en el lugar del Alcázar datan de la misma época romana del acueducto, pero no es hasta el siglo XII cuando empieza a ser residencia de reyes. Tuvo varias restauraciones hasta que Felipe II le dejó con su aspecto actual, siendo el mejor castillo de España. En 1862 sufrió un incendio y gracias a los grabados existentes se pudo restaurar tal y como estaba.

Salimos en dirección al acueducto bordeando la ciudad por la antigua muralla de la que se conservan unos 2 kilómetros. Pasamos por el barrio judío que llegó a tener cinco sinagogas. La Sinagoga Mayor es hoy el convento del Corpus Christi. Una vez allí, buscamos un restaurante para comer cochinillo. Era tarde, así que estuvimos tranquilos y nos sirvieron rápido.

Así de cerquita comimos del acueducto
Descansamos un rato y cogimos el coche hacia el Real Sitio de San Ildefonso. 

Palacio de La Granja de San Ildefonso
De estilo barroco, era la residencia de verano de la familia real. Todo comenzó en la Edad Media siendo un pabellón de caza de los reyes en el que luego construyeron una ermita dedicada a San Ildefonso, después  lo donaron a los monjes del Monasterio de El Parral, donde se trasladaban a pasar el verano y dónde empezó a formarse el pueblo. Hasta que Felipe II construyó un pequeño palacio ocupando la granja del monasterio (de ahí el nombre) y Felipe V, que creció en Francia, lo transformó en un mini Versalles, comprando todo el terreno a los monjes. Tenía ganas de ver este palacio y sus famosos jardines con sus impresionantes fuentes. No las vimos en funcionamiento. La entrada a los jardines es gratis y muchos segovianos vienen hasta aquí sólo para pasear.

Entrada a los jardines

Fuente Baños de Diana


Fuente La Selva
Hicimos la visita al Palacio sin guía y nos costó unos 9 euros cada uno. Salas con suelo blanco, paredes blancas y bustos de reyes, muchas esculturas y cristaleras... Algunas estancias parecían frías, poco acogedoras. Y muchas escaleras  para visitarlo con carritos. Nos gustó más el exterior con esculturas de leones dónde los niños se subían, buenas vistas y bonitos jardines con flores. Vimos rápidamente la capilla porque estaban cerrando y descubrimos que está allí enterrada La Chata, hermana de Alfonso XII.

Parte trasera del Palacio
Volvimos a Segovia a dar un paseo por el centro peatonal donde están todas las tiendas y nos sentamos luego a cenar unos montaditos en una terraza. Y allí hicimos hora para ver el acueducto iluminado.




A la mañana siguiente salíamos hacia Barcelona por la autopista de pago hasta Madrid.

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